Árbre de ramas peladas,
árbre de
casca xa seca,
pro qu'
inda sámago esconde
baixo d' a
probe cuberta,
òs frescos
aires marzales
o inverno
sofrindo espera,
que chegar
han de chegare,
anqu' ò
pronto non parezan.
¡Airiños,
aires marzales,
airiños d'
a primaveira,
para todo
soprarédes
sin que
nada vos esqueza!
¡Así
soprarédes vós
pr' as
probes almas en pena
qu' en
triste noite inverniza
pelegrinan
pol-a terra,
sámago d'
amor gardando,
anque secas
d' aparencia!(De: Cousas da aldea )
MARÍA CASTAÑA
Año 1360 a 1370
Los pueblos no siendo ingratos,
de sus glorias se envanecen,
y si en mármoles no esculpen
las hazañas de sus héroes
para que la venidera
generación las respete,
en la memoria de todos
su recuerdo vive siempre.
No es la historia de Galicia
escasa en dignas mujeres,
y á Lugo tampoco falta
noble timbre de esa especie,
que si la hazaña olvidada
está en el tiempo presente,
el nombre de la heroína
nacida en suelo lucense
en lábios de todos anda
y es famoso entre las gentes.
Mari-Castaña se llama
y ¡por Dios!que bien merece
que del polvo del olvido
limpia el poeta la deje.
Oid, pues, pueblos de Lugo,
y ojalá el cantar acierte
á dar á vuestra heroína
la gloria que se merece.
Nada alcanzar consiguiera
la voluntad de los reyes
ni la fuerza de las lanzas
para someter la plebe.
Un año tras otro año
ruda lucha se sostiene
entre pueblos y señores,
pues las ciudades no quieren
al yugo de los Obispos
rendirse ni someterse,
y éstos , por fin comprendiendo
que en la lucha siempre pierden
contraen el compromiso
de auxiliarse mutuamente,
pues que solo cada uno
resistirse ya no pueden,
y apoyo quieren prestarse
que la unión los hará fuertes.
Estalla en Lugo el discurso
que en todos los pueblos hierve,
y el pueblo se ensurrecciona,
y del motin van al frente
la brava Mari-Castaña
y el popular Vasco Pérez.
Esposa de Martin Cego,
dueña en Ledeira de bienes,
es la hembra que la empresa
de guiar al pueblo acomete;
y tan franca se presenta
y tan resulta se ofrece
que á los tímidos anima,
coraje dá a los valientes,
y todos, incluso Vasco,
la roclaman por su jefe
y sus órdenes acatan
y sus planes obedecen.
Con el ejemplo animado
á la amotinada gente;
María grita: -¡A palacio!
y su voz todos atienden.
Al rumor de la asonada
el Obispo se previene,
y conociendo que al pueblo
resistirle no es prudente,
a Dios en la Catedral
amparo pide y albergue.
En su seguimiento marchan
los que alcanzarle pretenden,
y penetran en la iglesia
antes que las puertas cierren.
El Prelado de ellos huye
tras un altar se guarece,
y con el no da María
aunque le busca insistente.
Juan Fernández, mayordomo
de la mitra, es quien parece
y enfurecida la turba
con ímpetu le acomete.
Resistir quiere Fernández
pero en vano es que lo intente,
que son muchos y contra ellos
nada su defensa puede.
María, con sus cuñados
le ataca, cierta es su muerte;
!piedad! pide el desdichado;
y ella implacable le hiere,
y al suelo cae y las piedras
la roja sangre humedece;
que á la ira popular
ningún respeto contiene,
y á veces por el que peca
pagar suele el inocente.
De la hazaña la heroina
el pueblo en sus hombros yergue
y es : -¡Viva Mari-Castaña!
el grito que el aire hiende,
pues muerto ya el despotismo
crée la ciudad lucense.
Pasaron luego los años,
y María, la rebelde,
a la Catedral de Lugo
concedió todos sus bienes
en enmienda y corrección
de sus males y sus muertes.
Esta fué María Castaña
y ¡por Dios! que bien merece
que del polvo del olvido
limpia su memoria quede;
pues si a través de los tiempos
su hazaña crimen parece,
fué entonces un acto heróico
bien digno de que se cuente.
De : Romancero de la ciudad de Lugo
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