sábado, 2 de enero de 2016

CALÉ TORRES SANJURJO, Emilia



Emilia Calé.jpg

Ainda que son escasos os datos bibliográficos sabemos que naceu na Coruña en 1837, pero que pola profesión do seu marido debeu residir en varias cidades .Os seus poemas datados en Lugo, recollidos no poemario   "Horas de inspiración"  foron editados pola imprenta de Soto Freire no ano 1867.


HORAS PASADAS

En vano buscaré tu dulce encanto
efímero placer de un día hermoso,
pues gime el corazón, hoy angustioso,
destinado a vivir en el quebranto.

Yo triste lloraré mi desventura
en el mismo lugar do en otras horas,
las frases de amistad halagadoras,
me arrullaban con mágica ternura.

En medio de mis tétricos pesares
despertaré las voces de mi lira,
que cuando el corazón triste suspira,
tiene también dulcísimos cantares.

Mas, si al cantar una memoria abrigo,
sola yo debo hallar grato ese acento
tan triste, cual está mi pensamiento,
corriendo en pos de ese recuerdo amigo.

De la aurora al destello sonriente,
del mediodía al esplendor brillante,
de la noche al reflejo vacilante,
la imagen buscaré que miro ausente.

Pero si al divisarla en lotananza
no encuentro para mí ningún consuelo,
elevaré mis ojos hacia el cielo,
que allí al menos existe la esperanza.

A LA CIUDAD DE LUGO

Quisiera ofrecer un canto
cual prueba de mi cariño
a un pueblo que vale tanto;
¡Ah! prestadme vuestro encanto
bellas márgenes del Miño.

Que en medio tanta grandeza,
si me sobra corazón
para admirar tu belleza,
es por demás la pobreza
que existe en mi inspiración.

Nunca podré bosquejar
ese conjunto grandioso
que llegas a presentar,
en el mágico girar
de tu río caudaloso.

Ni cantar de tus corrientes
el  melodioso murmullo,
cuando en rumbos diferentes
alzan con notas dolientes
un arrullo y otro arrullo.

Ni ese cuadro sin segundo
de las apacibles noches,
que del solio azul del mundo
copia ,en silencio profundo
el agua, miles de broches.

Yo registro en mi memoria
cuando subo a tu muralla
obra de pasada gloria,
las páginas de una historia,
que abierta en ella se halla.

Mil veces desde su altura
contemplé el Occidente
su luz que tenue fulgura,
buscando en la sepultura,
para nacer en Oriente.

Y admiré ese sol brillante,
que allá en su carro de oro
la tierra vela constante,
enviando el fuego amante
de su inefable tesoro.

Y entonces al observar
tan bella naturaleza
me puse triste a exclamar:
vendrá el tiempo a derribar
Muralla de tanta grandeza.

Pues de su antigua arquería,
y sus cristales lucientes,
solo se ven como guía
restos, que dieron un día
laureles a los valientes.

En el Mosaico que admira
todo viajero al cruzarte
más tu mérito se mira,
porque su forma respira
de los romanos el arte.

Hoy tus armas más sublimes
que las primeras ostentas,
por un concilio, no gimes
bajo una ley que suprimes
porque la de Dios alientas.

Desde tan feliz momento
absorto te mira el mundo,
que en ti  Dios puso su asiento
dándote en el Sacramento
su amor más grande y profundo.

En pocas halla rival
su grandiosa maravilla
de la Santa Catedral,
donde esplendoroso brilla
ese Alcazar celestial.

Acoge Lugo este canto
nacido de mi cariño,
pues para mí vales tanto,
que hasta me ofrecen encanto
las márgenes de tu Miño.

De: Horas de inspiración