viernes, 31 de marzo de 2017

GONZÁLEZ LÓPEZ, Angel Juan (Ángel Johan)


Jamás podré olvidarlo.

En alto se oxidaban las veletas
y en marcescente otoño se murieron.
La tierra se hizo polvo y nubarrones;
el aire, frío hiriente, rayo agudo.

Los hombres…¡Ah, los hombres!
De pronto cercenaron sus orillas.
La sangre en que se daban restañaron,
cuando en el pulso abierto de la mano
sintieron el acero,
sintieron pares filos
que si homicidio fueran serían suicidio.

Quedaron solamente
y cara a cara hostiles y enfrentados
el mundo en balde habido
y el mundo atormentado.

Después, fragor recuerdo.
Después, laureles vivos y el silencio.
Después ansiarse dentro.

(No cenizas pues hielo urgió la llama
que por sevicia alzaron sobre el hambre,
que avivaron con odios,
que de rencor cercaron.
No cenizas, sino crisol de ansia.)

Angustia de tinieblas, frío y muerte
los bravos corazones estrujados:
cementerio de hogueras
y el hormazón que ahoga.
Angustia de tinieblas en ronda de silencios.

El mundo ríe lejos.

Hay páramos y yermos y nieve en las montañas
y playas sin arenas y mares sin bonanzas.
Y un cielo sin estrellas,
prendido en cuatro rayos de sol carbonizado.

Vigía de silencios, noche y cumbres,
la estrella de caminos en subida:
viento raso de afanes
y el corazón que espera.
Vigía de silencios en trance de alboradas.

El mundo llora lejos.

Hay cauces y torrentes y ríos en los valles
y deltas nemorosos y mares irisados.
Y un cielo de luceros,
abierto en carminosas albricias vesperales.

Rocío de alboradas, luz y fasto,
el llanto de la tierra adolecida:
despertar de latidos
y el corazón que aflora.
Rocío de alboradas en todo el universo.

(No cenizas, de fuego sí la llama
que por miseria aislaron con mil zanjas
que cubrieron de olvido
y que por ser luz negaron.
No cenizas, sino fulgor de fragua)

Después un mundo nuevo.
Después el sol en alto y la alegría.
Después un grato sueño.

Parece que no hay después ni antes.
Tu cenit todo ciega, mediodía;
y el alma en todo encuentra la alegría
refleja de tu luz. De ti brillantes
las cosas ahora están; y son radiantes
las vidas todas, libres  de porfía.
Su acorde en el mundo y su eufonía
se enciende en la virtud. Ya son triunfantes.

(Si fuera siempre luz y siempre
mediodía feliz y venturoso!)



 De: Antología cercada






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